verso libre y soneto asonante

hay quien llora y no lo sabemos


sé que ha pasado otras veces, pero hoy se me antoja una novedad

el río se sonroja ante la mirada abrasadora del astro sol     

una catarsis universal de todo lo que me rodea se muestra en apacible silencio; el río dormita.
   
luminosidad, ese instrumento musical que hace brillar las cosas, que según provenga, ábrese en tornasolados fulgores que excita cielos, ríos, veredas y flores.

así, lo hace en ti y en mi,
tanto que la piedra parece emitir su aliento como una nubecilla de humo que se va por el aire cual un fino perfume.
   
el estío juega su juego favorito, mientras allá, asomada a la ventana del hospicio llora una mujer.

el sol, el calor, la pasividad del río, la agitación de nuestros corazones parecen dominar la escena que se actúa en el teatro del mundo.
   
quizá la mujer que llora está implorando: ¡tengan piedad de mi tristeza y mi desolación!
  
pero ninguno de nosotros lo advierte, tu me distraes con una generosa sonrisa, el sol se baña en aguas del río, éste duerme una inusitada siesta, las flores son de mi
imaginación y el cielo, ¡ah, el pobre cielo! si solo es un soso vacío azul.


tras los muros de mi alma

en los bordes de mi alma  levanté
muros enormes, muros de angustias,
para que no se llene de penurias,
ni desamor, dolor, ni tu desdén
.
dentro, como la pájara del ser
anida la memoria que pronuncia
tu nombre, aquel nombre en letras mustias
que se me hincaron dentro de la piel
.
todo de ti lastima cual puñal
vuelve agrio sabor todas las cosas
me sigue y me persigue cual las sombras
que temo el ponerme a pensar
.
levanté este muro por libertad
pero me engrillan horas silenciosas
.