He despertado con el corazón apretado de silencio,
como si la mano fría de la soledad lo tuviese asido con fuerza.
Sobre las sábanas, mi cuerpo está hecho pedazos
esparcidos en la nostalgia.
En la ventana empañada de tu imaginario aliento,
las gotas de ingratitud han marcado la inicial de tu nombre;
es como un puñal que se clava en lo hondo de mi pecho.
Casi al borde del grito silencioso de mi desventura,
pongo mi cara en las dos manos de tu recuerdo
para olvidarme de mi por un instante...
y aquellas gotas de negra sal pretenden escribir tu nombre en mis pupilas
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saludos