No lo dudes, no…
¿cuán sinceros han sido mis ojos?
Destellos del lucero mañanero, con el color del tiempo, augustos de verte,
indiscretos al confesarte mis deseos, tristes en tu infausta ausencia, dueños
del rocío histriónico cuando me muerde la tristeza…
No lo dudes, no…
¿cómo te han besado mis labios?
El fuego ungido de pasión, la expresiva verdad entre los sueños húmedos de tu boca, dueños de la dulce y casi poética palabra, mordisco delicado como un pellizco en el alma, conexión universal de todos los anhelos incumplidos…
No lo dudes, no…
¿qué caricias llevan mis manos?
Exploradoras del misterio sagrado del amor, hurgadoras de piel azuzando invisibles alfileres hasta llegar a movilizar tu sangre roja alocadamente, titiriteras que te provocan espasmos y piruetas descompasadas, aves que planean sobre ti como gaviotas esperanzadas sobre el mar infinito, vigías de la luna y la noche…
No lo dudes, no…
¿hasta donde mi piel en tu piel?
Si hay alguna simbiosis más pagana que la nuestra…¿como la describiríamos?
.
He tocado el fondo de tu alma, sin querer, pero ahora quiero y sigo queriendo hacerlo. Ha resultado maravilloso ver el cielo desde el plano de sentir mi pecho abrirse como una ventana a la primavera. Fueron y son, tan dulces las mieles que polinizaron mi boca a besos que parecieron lo último por hacer en este mundo. He claudicado tanto contigo hasta caer en los confines donde se ahogan las pretensiones y se convierten en satisfacciones. Hemos herido de muerte al amor, porque tambalea dentro de nosotros y recorre nuestras vértebras como un frío caliente…ya ciego, ya enmudecido de placer…y sé que se morirá luego de nuestro complot por amarnos.
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