no me miré al espejo, mas no tengo prisa
abrí la puerta y moví el mundo hacia un costado
para correr por las calles alborozado
.
hice equilibrio en los cordones de veredas
y abracé los árboles de las alamedas
me regalaron sus flores ceibos y acacias
sin tener necesidad de darle las gracias
.
en una esquina limpié algunos parabrisas
con un chiquilín que ya no tiene sonrisas
y dí mi billetera a una madre mendiga
que cargaba un pequeño de enorme barriga
.
fui al palacio donde dicen que hacen las leyes
no es un lugar de trabajo, es para reyes
protesté porqué hay quienes viven con pobreza
y un policía me golpeó en la cabeza
.
todavía tengo pintada la sonrisa
a rayas son el pantalón y la camisa
los barrotes de un durísimo metal
y cuando me hablan me llaman 'el anormal'
.
Si en el mundo phubiesen muchos anormales de estos, otro gallo nos cantaría.
ResponderEliminarBuen poema.
Abrazos
Comprometidas y bellas paabras a las que me uno en tono de denuncia.
ResponderEliminarque hermoso poema, lástima que haya tan pocos anormales en el mundo.
ResponderEliminarA veces hay que rebelarse un poco. Besos.
ResponderEliminarY un abrazo también
No importa. Sonriamos.
ResponderEliminarBella obra con geniales metáforas, pero que nunca falte la sonrisa auténtica, quizás se contagie el mundo...
ResponderEliminarUn abrazo.
Una sonrisa cambia tu mundo y qué es el mundo sino la suma de muchos mundos? Que no nos roben también la sonrisa :)
ResponderEliminarBesitos